viernes, 20 de mayo de 2011

La mexicana

La abnegación implica una idea de renuncia, un no desear nada para sí, las mujeres aprenden las actitudes "propias" de su sexo, y saben que deben asimilarse a ellas, de modo que en la medida en que crecen y conforman los "ideales femeninos" aceptados.  La mujer abnegada, es aquella que sabe soportar con resignación las adversidades de la vida,  es la que no protesta, la que nunca se rebela ni exige, la que se olvida de sí misma, en resumen, la que se nulifica. El hecho de servir para las mexicanas, es una filosofía, se someten de manera absoluta a los intereses de quienes las rodean. Sexualmente, las mujeres prestan un servicio no remunerado, a la mayoría de las mexicanas les está vedado el placer sexual. Viven las relaciones sexuales como un tabú, que lejos de ser fuente de placer, les parece repugnante; les interesa ser vírgenes puesto que una mujer que ha perdido la virginidad "ya no vale nada". Los hombres exigen que la mujer sea virgen, porque les molesta que haya "pertenecido" a otros hombres antes que a ellos, y la así, porque desea que ella, en cuerpo y alma, con todos sus matices humanos, sea de su exclusiva pertenencia. La dignidad de la mujer mexicana va unida a una  cadena de abstinencias sexuales.
El hombre se reserva para sí todas las libertades sexuales .Ejercer la práctica sexual es una de las funciones predilectas del macho mexicano; para ellos no hay inhibiciones, sino facilidades .Los prostíbulos son lugares especiales en donde, hombres ejercen su sexualidad a discreción; ahí encuentran mujeres a su servicio, La novia les es útil en cuanto que llena el hueco de una ilusoria afectividad marginada de las "impurezas sexuales", la amante es el refugio del hastío e intransigencias hogareñas, y la esposa es la "reina del hogar", la que cuida a los hijos y el ente de exclusivo uso sexual y humano.
 La dignidad del macho mexicano, tiene relación con el ejercicio de su sexualidad; él no solamente debe tener muchas mujeres, sino que también debe presumir a voces de ello. La virginidad despierta en ellos una reacción de ambigua agresión y respeto; cuando "aman" a una mujer virgen, inhiben su sexualidad para "respetarla".

El mexicano no aprecia a la mujer, no la toma en cuenta, no la respeta. El macho mexicano es egoísta, satisface sus placeres carnales y a toda costa; y si para el cumplimiento de algún capricho necesita de alguna mujer, no vacila en usarla a su antojo sin considerar los sentimientos ni las necesidades de ella, la madre como ,no es más que la servidora de todos, ella propicia el bienestar hogareño, realiza tareas pesadas e, soporta insultos y malos tratos del padre (y de los hijos), y sin protestar, sin pedir nada a cambio, con una gran sumisión que la hace objeto de un secreto desprecio, del desprecio que merece quien no exige el menor respeto. La mayoría de las mexicanas aspiran llegar a ser madres, y esto más por condicionamiento social que por verdadera predisposición .Ellas necesitan que las "veneren", a través de la función materna.

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