viernes, 20 de mayo de 2011

El mexicano de la ciudad

Casi siempre en México pertenece a la raza indígena y a la desconfianza. Tal actitud es previa a todo contacto con los hombres y las cosas haya o no fundamento para tenerla. El mexicano generalmente carece de principios. No hay nada en el universo que el mexicano no vea y juzgue a través de su desconfianza. El mexicano, desconfía de todos los hombres y de todas las mujeres. Si es comerciante, no cree en los negocios; si es profesional, no cree en su profesión; si es político, no cree en la política. Considera que las ideas no tienen sentido y las llama «teorías»; juzga inútil el conocimiento de los principios científicos. No tiene ninguna religión ni profesa ningún credo social o político. Es lo menos «idealista» posible. Niega todo sin razón ninguna, Trabaja para hoy y mañana, pero nunca para después, riñe constantemente, y ya no espera que lo ataquen, sino que él se adelanta a ofender, tiene habitualmente un estado de ánimo que revela un malestar interior, una falta de armonía consigo mismo. Es susceptible y nervioso; casi siempre está de mal humor y es a menudo violento. El quisiera ser un hombre que predomina entre los demás por su valentía y su poder.

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