viernes, 20 de mayo de 2011

El pelado

Él es un individuo que  representa el desecho humano de la gran ciudad. En la jerarquía económica es menos que un proletario y en la intelectual un primitivo. La vida y su actitud ante ella es de resentimiento. Tiene  naturaleza explosiva, estalla al roce más leve,  de manera  verbal, y tienen como tema la afirmación de sí mismo en un lenguaje grosero y agresivo. Tiene un dialecto cuyo léxico abunda en palabras corrientes. Tales reacciones son su situación real en la vida, que es de un cero a la izquierda. Busca la riña como un excitante para elevar el tono de su «yo» deprimido, el «pelado» abunda en alusiones sexuales y considerara al órgano sexual como símbolo de la fuerza masculina, para afirmar su superioridad sobre el contrincante. Se consuela con gritar a todo el mundo que tiene «muchos huevos» No es fuerte ni valiente, vive en un temor de ser descubierto, desconfiando de sí mismo, tiene dos personalidades: una real, otra ficticia. La personalidad real queda oculta por esta última, que es la que aparece ante el sujeto mismo y ante los demás. La personalidad ficticia es diametralmente opuesta a la real, porque el objeto de la primera es elevar el tono psíquico deprimido por la segunda. Como el sujeto carece de todo valor. La falta de apoyo real de la personalidad ficticia crea un sentimiento de desconfianza de sí mismo. La desconfianza de sí mismo produce una anormalidad de funcionamiento psíquico (de la realidad). Esta percepción anormal consiste en una desconfianza injustificada de los demás, así como una hiperestesia de la susceptibilidad al contacto con los otros hombres., su posición es siempre inestable y lo obliga a vigilar constantemente su «yo», desatendiendo la realidad. La falta de atención por la realidad y el ensimismamiento correlativo, autorizan a clasificar al «pelado» en el grupo de los «introvertidos».
La nacionalidad crea también por sí un sentimiento de menor valía, se puede anotar la susceptibilidad de sus sentimientos patrióticos y su expresión inflada de palabras y gritos. La frecuencia de las manifestaciones patrióticas individuales y colectivas es un símbolo de que el mexicano está inseguro del valor de su nacionalidad.

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