viernes, 20 de mayo de 2011

INTRODUCCION

El mexicano está catalogado como una persona que tiene complejo de inferioridad que muy probablemente tenga sus orígenes en la sumisión que trajo la Conquista al pueblo indígena, pero esto es sólo una actitud que consiste en no valorar la importancia del individuo, ya que en México la prioridad la tiene la familia. Estamos en una sociedad, que lo que necesita es sentir el apoyo que ésta les da. Para el mexicano las reuniones familiares son un acontecimiento muy importante.

El mexicano es apasionado por naturaleza, pero lo calla, lo guarda solo para ciertas personas y ocasiones, no le gusta hablar mucho de sí mismo, habla mucho pero sin sentido, hace alarde de sus cualidades, pero realmente se forma una identidad diferente, una identidad protectora   que lo acompaña en todo momento, disimulamos para ser diferentes a la realidad.

El mexicano es una figura que sobresale de entre los demás, deja sus huellas marcadas en cada lugar que toca, vive alegrías y desdichas, juega con la muerte, la seduce, la besa y después se ríe de ella, carcajea y bromea ante el dolor propio, se burla de sus desgracias.

En los mexicanos, encontramos características específicas, ya sean  físicas o  de personalidad, que los distinguen unos de otros, en investigaciones  realizadas los resultados han indicado que existen por lo menos ocho tipos de mexicanos, los cuales mencionaremos a continuación:

Complejo de inferioridad

Podría decirse, que ese tipo de personas, manifiestan una exagerada preocupación por afirmar su personalidad; se interesan vivamente por todas las cosas o situaciones que significan poder, y que tienen un afán inmoderado de predominar, de ser en todo los primeros.
El sentimiento de inferioridad aparece en el niño mexicano, al darse cuenta de lo insignificante de su fuerza en comparación con la de sus padres.

El pelado

Él es un individuo que  representa el desecho humano de la gran ciudad. En la jerarquía económica es menos que un proletario y en la intelectual un primitivo. La vida y su actitud ante ella es de resentimiento. Tiene  naturaleza explosiva, estalla al roce más leve,  de manera  verbal, y tienen como tema la afirmación de sí mismo en un lenguaje grosero y agresivo. Tiene un dialecto cuyo léxico abunda en palabras corrientes. Tales reacciones son su situación real en la vida, que es de un cero a la izquierda. Busca la riña como un excitante para elevar el tono de su «yo» deprimido, el «pelado» abunda en alusiones sexuales y considerara al órgano sexual como símbolo de la fuerza masculina, para afirmar su superioridad sobre el contrincante. Se consuela con gritar a todo el mundo que tiene «muchos huevos» No es fuerte ni valiente, vive en un temor de ser descubierto, desconfiando de sí mismo, tiene dos personalidades: una real, otra ficticia. La personalidad real queda oculta por esta última, que es la que aparece ante el sujeto mismo y ante los demás. La personalidad ficticia es diametralmente opuesta a la real, porque el objeto de la primera es elevar el tono psíquico deprimido por la segunda. Como el sujeto carece de todo valor. La falta de apoyo real de la personalidad ficticia crea un sentimiento de desconfianza de sí mismo. La desconfianza de sí mismo produce una anormalidad de funcionamiento psíquico (de la realidad). Esta percepción anormal consiste en una desconfianza injustificada de los demás, así como una hiperestesia de la susceptibilidad al contacto con los otros hombres., su posición es siempre inestable y lo obliga a vigilar constantemente su «yo», desatendiendo la realidad. La falta de atención por la realidad y el ensimismamiento correlativo, autorizan a clasificar al «pelado» en el grupo de los «introvertidos».
La nacionalidad crea también por sí un sentimiento de menor valía, se puede anotar la susceptibilidad de sus sentimientos patrióticos y su expresión inflada de palabras y gritos. La frecuencia de las manifestaciones patrióticas individuales y colectivas es un símbolo de que el mexicano está inseguro del valor de su nacionalidad.

El mexicano de la ciudad

Casi siempre en México pertenece a la raza indígena y a la desconfianza. Tal actitud es previa a todo contacto con los hombres y las cosas haya o no fundamento para tenerla. El mexicano generalmente carece de principios. No hay nada en el universo que el mexicano no vea y juzgue a través de su desconfianza. El mexicano, desconfía de todos los hombres y de todas las mujeres. Si es comerciante, no cree en los negocios; si es profesional, no cree en su profesión; si es político, no cree en la política. Considera que las ideas no tienen sentido y las llama «teorías»; juzga inútil el conocimiento de los principios científicos. No tiene ninguna religión ni profesa ningún credo social o político. Es lo menos «idealista» posible. Niega todo sin razón ninguna, Trabaja para hoy y mañana, pero nunca para después, riñe constantemente, y ya no espera que lo ataquen, sino que él se adelanta a ofender, tiene habitualmente un estado de ánimo que revela un malestar interior, una falta de armonía consigo mismo. Es susceptible y nervioso; casi siempre está de mal humor y es a menudo violento. El quisiera ser un hombre que predomina entre los demás por su valentía y su poder.

El burgués mexicano

El conjunto de notas que configuran su carácter son reacciones contra un sentimiento de menor valía, el cual, no derivándose ni de una inferioridad económica, ni intelectual, ni social, proviene, sin duda, del mero hecho de ser mexicano. En el fondo, el mexicano burgués no difiere del mexicano proletario, salvo que, en este último, el sentimiento de menor valía se halla exaltado por la concurrencia de dos factores: la nacionalidad y la posición social. Se expresa con una cortesía a menudo exagerada El burgués mexicano tiene la misma susceptibilidad patriótica del hombre del pueblo y los mismos prejuicios que éste acerca del carácter nacional. El mexicano burgués posee más dotes y recursos intelectuales que el proletario para consumar de un modo perfecto la obra de simulación que debe ocultarle  su sentimiento de inferioridad. Esto equivale a decir que el «yo» ficticio construido por cada individuo es una obra tan acabada y con tal apariencia de realidad, que es casi imposible distinguirla del «yo» verdadero. Tiene una susceptibilidad extraordinaria a la crítica, y la mantiene a raya anticipándose a esgrimirla maledicencia contra el prójimo, la autocrítica queda paralizada. Necesita convencerse de que los otros son inferiores a él. No admite, superioridad ninguna y no conoce la veneración, el respeto y la disciplina. Es ingenioso para desvalorar al prójimo. Practica la maledicencia con crueldad. Cada individuo vive encerrado dentro de sí mismo, como una ostra en su concha, en actitud de desconfianza hacia los demás, rezumando malignidad, para que nadie se acerque. Es indiferente a los intereses de la colectividad y su acción es siempre de sentido individualista.

La mexicana

La abnegación implica una idea de renuncia, un no desear nada para sí, las mujeres aprenden las actitudes "propias" de su sexo, y saben que deben asimilarse a ellas, de modo que en la medida en que crecen y conforman los "ideales femeninos" aceptados.  La mujer abnegada, es aquella que sabe soportar con resignación las adversidades de la vida,  es la que no protesta, la que nunca se rebela ni exige, la que se olvida de sí misma, en resumen, la que se nulifica. El hecho de servir para las mexicanas, es una filosofía, se someten de manera absoluta a los intereses de quienes las rodean. Sexualmente, las mujeres prestan un servicio no remunerado, a la mayoría de las mexicanas les está vedado el placer sexual. Viven las relaciones sexuales como un tabú, que lejos de ser fuente de placer, les parece repugnante; les interesa ser vírgenes puesto que una mujer que ha perdido la virginidad "ya no vale nada". Los hombres exigen que la mujer sea virgen, porque les molesta que haya "pertenecido" a otros hombres antes que a ellos, y la así, porque desea que ella, en cuerpo y alma, con todos sus matices humanos, sea de su exclusiva pertenencia. La dignidad de la mujer mexicana va unida a una  cadena de abstinencias sexuales.
El hombre se reserva para sí todas las libertades sexuales .Ejercer la práctica sexual es una de las funciones predilectas del macho mexicano; para ellos no hay inhibiciones, sino facilidades .Los prostíbulos son lugares especiales en donde, hombres ejercen su sexualidad a discreción; ahí encuentran mujeres a su servicio, La novia les es útil en cuanto que llena el hueco de una ilusoria afectividad marginada de las "impurezas sexuales", la amante es el refugio del hastío e intransigencias hogareñas, y la esposa es la "reina del hogar", la que cuida a los hijos y el ente de exclusivo uso sexual y humano.
 La dignidad del macho mexicano, tiene relación con el ejercicio de su sexualidad; él no solamente debe tener muchas mujeres, sino que también debe presumir a voces de ello. La virginidad despierta en ellos una reacción de ambigua agresión y respeto; cuando "aman" a una mujer virgen, inhiben su sexualidad para "respetarla".

El mexicano no aprecia a la mujer, no la toma en cuenta, no la respeta. El macho mexicano es egoísta, satisface sus placeres carnales y a toda costa; y si para el cumplimiento de algún capricho necesita de alguna mujer, no vacila en usarla a su antojo sin considerar los sentimientos ni las necesidades de ella, la madre como ,no es más que la servidora de todos, ella propicia el bienestar hogareño, realiza tareas pesadas e, soporta insultos y malos tratos del padre (y de los hijos), y sin protestar, sin pedir nada a cambio, con una gran sumisión que la hace objeto de un secreto desprecio, del desprecio que merece quien no exige el menor respeto. La mayoría de las mexicanas aspiran llegar a ser madres, y esto más por condicionamiento social que por verdadera predisposición .Ellas necesitan que las "veneren", a través de la función materna.

El mexicano afiliativo y obediente

Los de este tipo son obedientes, afectuosos y complacientes hasta los 12 años de edad. Niños con este tipo muestran señales de salud emocional e intelectual A los dieciocho años, estos niños muestran más síntomas de pasividad y dependencia de los padres y de la sociedad; son de buenas maneras, piensan que es mejor saber obedecer que saber mandar, funcionarán bien dentro de la sociedad, si tienen el apoyo de sus familiares y no llegan a enfrentarse solos a los duros problemas de la vida.

El mexicano activamente auto-afirmativo o rebelde.

Es frecuente entre los jóvenes que van a la secundaria, preparatoria y normales, y son éstos, generalmente, quienes realizan estudios superiores Este tipo se caracteriza por ser, ya desde los doce años, mucho menos obediente que sus coetáneos ante las órdenes de sus padres y maestros; su desarrollo intelectual y su habilidad para la lectura es mayor son más agresivos, dominantes e impulsivos A los quince y dieciocho años siguen siendo fuertemente rebeldes Son, a menudo, los líderes estudiantiles

El mexicano con control interno o "integro".

Es menos frecuente, parece integrar dentro de sí todas las cualidades de la cultura mexicana, y puede ser obediente, afectuoso y complaciente cuando esto sea lo adecuado, pero rebelde si es necesario, se da con la misma frecuencia en las clases altas, medias y bajas, y que sucede lo mismo en mujeres que en hombres. Ya a los doce años, estos sujetos presentan las características que la sociocultura mexicana considera ideales: son afectuosos con todos, complacientes y corteses con padres, maestros y adultos, menos agresivos e impulsivos que sus coetáneos, más ordenados, disciplinados, limpios, metódicos y reflexivos. Estos niños son optimistas acerca de la capacidad del hombre para resolver los problemas del mundo, piensan que las metas se alcanzan estudiando y trabajando, están en contra de los compadrazgos y cualquier forma de corrupción social, etcétera. Son, además, más inteligentes, leen más rápido y con mayor comprensión que sus coetáneos, son aplicados y buenos estudiantes. Reúnen, en suma, lo mejor de la sociocultura mexicana y se rebelan a sus defectos, la mayoría se aísla de los grupos y se convierten en buenos estudiantes. Como adultos, forman nuestros mejores profesionistas, catedráticos, científicos, empresarios y políticos.

El mexicano de control externo pasivo o "corrupto".


Es el individuo pasivo, pesimista, y fatalista, siempre dispuesto a venderse al mejor postor; es obediente por conveniencia y por carácter, Se desarrolla en el medio machista, violento y corrupto de muchas secundarias y preparatorias y es el que, probablemente, ha hecho que los mexicanos, en general, piensen que toda política es política corrupta.



fuentes consultadas 

Juana armanda alegria
Rogelio diaz guerrero
Ramos, Samuel.   El perfil del hombre y la cultura en México, Espasa-Calpe, Madrid, 1951, pp. 50-65